Mar del Plata, 1921 – Buenos Aires (Argentina), 1992

Por Alberto Ikeda

Astor Pantaleón Piazzolla es uno de los músicos más célebres de la Argentina y de América Latina. Compositor, arreglador e intérprete (bandoneón), fue un gran renovador de la música de su país, especialmente a partir de sus estilizaciones del tango. Sus innovadoras creaciones e interpretaciones le valieron un gran respeto en el campo de la música popular, el jazz y la música sinfónica, estilos en los que creó, muchas veces junto a músicos y orquestas de gran prestigio internacional. No obstante, durante mucho tiempo tuvo detractores en su propio país, sobre todo en lo referente al tango, dado que Piazzolla fue un innovador precisamente en el género que funcionaba como referente máximo de la nacionalidad local, de la identidad argentina, y que, por lo tanto, para muchos debía permanecer intacto. Su sensibilidad, sin embargo, estaba impregnada de algunos sentimientos humanos esenciales: dolor, soledad, lirismo, etc., que transpuestos a su música alcanzaron un amplio reconocimiento y cruzaron fronteras.

Piazzolla inició sus estudios musicales siendo un niño en Nueva York, donde su familia se mudó cuando él tenía tres años. En 1936 la familia retornó a la Argentina, y en 1938 Piazzolla se radicó en Buenos Aires. Entonces comenzó a tocar con algunos grupos musicales hasta integrarse, al año siguiente, a la famosa orquesta de tango de Aníbal Troilo (1914-1975). A principios de la década de 1940 volvió a estudiar música, esta vez con el renombrado compositor Alberto Ginastera. También estudió piano, y se inició luego en la composición erudita con la “Suite para cuerdas y arpa”. Por aquel entonces Ginastera tenía preocupaciones estéticas nacionalistas y asimismo se interesaba por las técnicas de las vanguardias del siglo XX, lo que sin duda transmitió a su alumno. Tras dejar la orquesta de Troilo, Piazzolla adquirió experiencia como director en la orquesta que acompañaba al famoso cantante de tango Francisco Fiorentino. En 1946 organizó un grupo propio, pero todavía bajo los principios más convencionales del género. En la primera mitad de la década de 1950 compuso varias piezas eruditas y recibió premios en la Argentina, los Estados Unidos y Francia. También obtuvo una beca de estudio, y entonces se dirigió a Francia, en 1954, para perfeccionarse con la célebre profesora Nadia Boulanger (1887-1979). Cuando retornó a Buenos Aires inició su etapa de mayor ruptura estética en relación con el tango tradicional.

En 1958 se estableció nuevamente, por dos años, en Nueva York, trabajando como arreglador. Allí, ante la muerte de su padre en 1959, compuso el famoso “Adiós nonino”, con texto de Eladia Blázquez (1931-2005). De vuelta en su país, formó el quinteto musical Nuevo Tango, que se destacó y viajó por varias ciudades argentinas y por otros países. Diez años después, en 1969, compuso una de sus más celebradas piezas y que lo consagró mundialmente, la “Balada para un loco”, con texto del poeta Horacio Ferrer (1933). La música se estrenó con la voz de Amelita Baltar (1940), con quien Piazzolla estuvo casado hasta 1974. Ese mismo año realizó las memorables grabaciones con el saxofonista norteamericano Gerry Mulligan, acoplando el saxo barítono a su bandoneón, con la orquesta de fondo. En ese disco se encuentra otra pieza de gran prestigio, “Years of solitude”. A fines de esa década también retomó sus creaciones sinfónicas y de cámara. Aunque su carrera ya estaba consolidada, continuó componiendo, grabando y realizando giras internacionales, en las que se presentó con orquestas, directores y músicos reconocidos mundialmente, tanto populares como eruditos.

Hay una decena de libros publicados sobre su vida y obra, incluso en Japón, donde gozaba de un gran prestigio. Desde 1995 existe en Buenos Aires el Centro Astor Piazzolla, dedicado a la divulgación y promoción de su obra.

Conteúdo atualizado em 20/05/2017 23:22