ANTIGUA E BARBUDA

ANTIGUA Y BARBUDA

Por Rafael Affonso de Miranda Alonso

Nombre oficial Asociated State of Antigua and Barbuda
Localización Caribe
Estado¹ Parlamentarismo
Idiomas Inglés (oficial)
y dialecto local
Moneda Dólar del Caribe oriental
Capital¹ Saint John’s 
(22 mil hab. em 2014)
Superficie¹ 442,6 km2
Población² 87,2 mil (2010)
Densidad demográfica² 197 hab./km² (2010)
Distribución de la población³ Urbana (26,24%), 
rural (73,76%) (2010)
Analfabetismo 18% (2000)
Composición étnica¹ Negros (87,3%), mestizos (4,7%), hispánicos (2,7%),
blancos (1,6%), otros (2,7%), sin especificar (0,9%) (2011)
Religiones¹ Protestantes (68,3%, incluye anglicana 17,6%, adventista delséptimo día 12,4%, pentecostal 12,2%, morava 8,3%, metodista 5,6%, sagrada wesleyana 4,5%, iglesia de Dios 4,1%, bautista 3,6%), católica romana (8,2%), otras (12,2%), sin especificar (5,5%), ninguna (5,9%) (2011)
PBI (a precios corrientes 2010)³ US$ 1.159 miles de millones (2013)
PBI per cápita (a precios corrientes 2010)⁴ US$ 12.881,8 (2013)
IDH⁵ 0,774 (2013)
IDH en el mundo
y en AL⁵
61° e 7°
Elecciones¹ Gobierno general designado por la reina de Inglaterra. El Parlamento bicameral, en el estilo británico, está integrado por 17 miembros designados por el gobernador general y 17 miembros electos por el sufragio universal (Cámara de los Diputados), para un mandato de 5 años.

Fuentes:
¹ Cia. World Factbook.
² ONU. World Population Prospects: The 2012 Revision Population Database.
³ ONU. World Urbanization Prospects: The 2014 Revision
⁴ CEPALSTAT
⁵ ONU/PNUD. Human Development Report, 2014.

Las islas Antigua y Barbuda están situadas en el océano Atlántico norte, en el mar Caribe, y pertenecen a las Pequeñas Antillas. Con un área total de 442,6 km2, la nación está formada por la isla Antigua (280 km2) y sus dependencias: Barbuda (160  km2) y Redonda (2 km2). Sus vecinos más cercanos son las Antillas Holandesas al noroeste, Saint Kitts y Nevis (San Cristóbal y Nevis)  al oeste, Montserrat al sudoeste y Guadalupe al sur. La población del país se estima en unas 87.200 personas (2010), de las cuales 22.000 se concentran en la capital Saint John’s. Casi el 90% de la población es afrodescendiente, y las principales minorías son de mestizos, blancos, indios y amerindios. El idioma oficial del país es el inglés.

Colonización

Antigua, la principal isla que conforma la nación –ya habitada por los pueblos indígenas siboneyes (2400 a.C.-35 d.C.), arahuacos (35-1100 d.C.) y caribes–, fue llamada así por el navegante Cristóbal Colón, quien la avistó durante su segundo viaje, en el año 1493, y le dio el nombre en homenaje a la iglesia Santa María de la Antigua de Sevilla, en España.

Recién en el año 1632, un grupo de colonizadores del Reino Unido proveniente de la vecina Saint Kitts le atribuyó la posesión de estos territorios a la Corona británica. El protagonista de este primer impulso de colonizar sistemáticamente las islas fue Thomas Warner.

El primer producto que se cultivó con fines comerciales fue el tabaco, y más tarde, desde mediados del siglo XVII, fue reemplazado progresivamente por la caña de azúcar. El principal responsable de la introducción del azúcar fue Christopher Codrington, quien llegó al lugar en el año 1684 en busca de nuevas tierras para repetir el emprendimiento azucarero que ya había resultado exitoso y muy lucrativo en otros lugares de la región. Era un profundo conocedor de las técnicas de producción, y aplicó las innovaciones basándose en lo que sucedía en Barbados, la más antigua y lucrativa colonia azucarera británica.

La producción de azúcar alcanzó su auge a mediados del siglo XVIII. Al paisaje de las islas se incorporaron plantaciones y molinos de viento que servían para procesar la caña, muchos de los cuales aún existen y fueron restaurados con fines turísticos. Al igual que en todo el Caribe, en los siglos XVII y XVIII, las islas también recibieron miles de esclavos africanos que eran llevados para trabajar en las grandes plantaciones.

Antigua también adquirió relevancia entre las colonias británicas en el Caribe gracias a su ubicación estratégica. Se la consideraba “portón de entrada” a la región y punto clave para el control de las rutas de comercio del área. Son testimonio de este valor estratégico las fortificaciones levantadas en diversos lugares, algunas de las cuales pueden apreciarse actualmente en English Harbour Town, en el sur de la isla.

En el año 1834, la Corona británica abolió la esclavitud en todas sus colonias y estableció un plazo de cuatro años de transición o “aprendizaje”, como fue llamado en aquel momento.

Vista desde la colina de Shirley’s Heights (Andrew Moore/Creative Commons)

En Antigua, la abolición fue decretada inmediatamente. Por lo tanto, se trata de uno de los territorios pioneros en poner en práctica el decreto de la Corona. Sin embargo, las condiciones de vida de los trabajadores africanos y d

e sus descendientes no se modificó sustancialmente. Durante muchos años aún permanecieron vinculados a otras formas de dependencia en la relación con sus patrones, los grandes plantadores de caña de azúcar. Desde 1871 hasta 1956 los territorios de Antigua y Barbuda fueron gobernados por la Federación de las Islas de Sotavento y, de 1958 a 1962, por la Federación de las Indias Occidentales.

 

Gobernabilidad

El centro comercial de la capital St. John’s (Wolfgang Meinhart/Wikimedia Commons)

El Partido Laborista de Antigua (ALP), el primero del país, surgió como un desdoblamiento de la organización sindical de los trabajadores ATLU (Antigua Trades and Labour Union), iniciada en el año 1940. Su líder principal fue Vere Cornwall Bird, fundador de la asociación sindical y del ALP, en el año 1946. Si bien en sus comienzos el partido estaba formalmente subordinado al sindicato, de a poco fue adquiriendo autonomía. El sufragio universal adulto fue introducido en el año 1951.

En 1958, las islas pasaron a formar parte de la Federación de las Indias Occidentales creada por Gran Bretaña. Dos años más tarde, una nueva Constitución le concedió más autonomía al gobierno local y, en las elecciones del mismo año, el ALP fue el vencedor. Bird llegó a ser primer ministro en el año 1966. Al año siguiente, Antigua llegó a ser el primer Estado del Caribe oriental en adquirir la condición de Estado asociado a la comunidad británica. Dicha condición le otorgó el derecho de autogobierno interno y, a la población autóctona, el derecho de elegir un Parlamento a través del voto. Las islas pasaron a ser miembros del British Commonwealth y la dirección de la política externa y la defensa del país quedaron a cargo de los británicos.

El gobierno local no cambió de manos hastá 1971, cuando el Movimiento Progresista Laborista (PLM, Progressive Labour Movement), liderado por George Walter, logró derrotar por primera vez al ALP, que ocupaba el poder desde el año 1946. Cinco años más tarde, Bird retornó al gobierno e inició las negociaciones con la metrópoli británica para adquirir la independencia del país.

Los políticos de la oposición temían que, al romperse los lazos que unían a las islas con la Corona británica, la figura de Bird se tornara aún más poderosa y autoritaria.

El 1.º de noviembre de 1981 se obtuvo la independencia y Vere Bird, confirmando las sospechas de la oposición, se mantuvo en el poder hasta 1994, año en el que abandonó la vida pública. Entonces, el gobierno pasó a manos de su hijo Lester Bird.

La dinastía Bird continuó, impasible, al mando del país hasta el 2004, siempre sufriendo acusaciones de corrupción y de abuso de autoridad por parte de la oposición. En 1999 el país fue acusado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos de ser uno de los principales centros de lavado de dinero del Caribe. En ese mismo año, Vere Bird falleció.

En marzo de 2004, Baldwin Spencer y su Partido Progresista Unido (UPP, United Progressive Party) vencieron en las elecciones nacionales. Así finalizaban cerca de sesenta años de dominio de la dinastía Bird. También de origen obrero, el nuevo primer ministro prometió luchar contra la corrupción y los “crímenes cometidos contra el pueblo” durante los gobiernos de sus predecesores. En octubre del mismo año, el Parlamento aprobó una ley anticorrupción que preveía multas y prisión para los ministros y funcionarios involucrados en situaciones de corrupción. En junio de 2014, Gaston Browne, del Partido Laborista de Antigua (ALP), sucedió a Spencer en el cargo de primer ministro.

Política externa y economía

La política externa de Bird siempre estuvo marcada por una adhesión entusiasta a la postura de los Estados Unidos en la región. El líder radical de la juventud, con el tiempo comenzó a defender abiertamente posiciones identificadas con la derecha. Esto incluía la aceptación integral de la doctrina Reagan y su corolario de combate a los gobiernos o a las organizaciones políticas de izquierda en toda América Central y el Caribe.

Esa relación se tornó aún más estrecha luego del arrendamiento de una parte del territorio de Antigua a los Estados Unidos, con fines militares y propagandísticos. En ese lugar se instalaron las antenas que transmiten a toda la región “La voz de América”, un medio de propaganda del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

La economía del país se mantuvo, de la misma manera que en la mayor parte del resto de las naciones caribeñas, sometida a la dependencia de un producto agrícola hasta la década de 1960. En el caso de Antigua, el producto fue la caña de azúcar. La década siguiente marcó la declinación final de los grandes cultivos de caña. En los años 80 hubo ciertas iniciativas para recuperar la industria azucarera, pero fueron interrumpidas en 1985 a causa de la inviabilidad financiera.

Actualmente, la dependencia de aquel producto fue reemplazada por la industria del turismo, responsable de alrededor del 60% del Producto Bruto Interno (PBI) del país. Esta nueva forma de dependencia convierte al país en un territorio extremadamente sensible a los cambios en la economía mundial y, al mismo tiempo, es una zona expuesta a catástrofes naturales, como los huracanes, que constantemente arrasan la región.

La agricultura representa apenas el 12% de las riquezas producidas por el país, lo que lo obliga a importar alimentos, principalmente para satisfacer las sofisticadas exigencias de la industria del turismo. Antigua intentó diversificar sus fuentes de ingresos como centro de servicios financieros offshore, atrayendo inversores extranjeros. Hay también otras iniciativas para estimular las actividades de los casinos virtuales (internet) y del ramo de los transportes y las comunicaciones.

Indicadores socioeconómicos de Antigua y Barbuda

1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010 2020*
Población

(en mil habitantes)

46 55 65 70 62 78 87 96
Densidad demográfica

(hab./km²)

105 124 148 159 140 176 197
Matrículas en el 
primer nivel¹
9.668 13.025 11.254
Población urbana (%)² 30,07 39,66 33,82 34,62 35,43 32,13 26,24 22,21
Población rural (%)² 69,94 60,34 66,18 65,38 64,57 67,87 73,76 77,79
Participación en la población

latinoamericana (%)**

0,03 0,02 0,02 0,02 0,01 0,01 0,01 0,01
Participación en la

población mundial (%)

0,002 0,002 0,002 0,002 0,001 0,001 0,001 0,001
PBI (en millones de US$ a 
precios constantes de 2010)
695,6 949,4 1.135,5
Participación en el PBI

latinoamericano (%)

0,026 0,027 0,023
PBI per capita (en US$ a 
precios constantes de 2010)
11.236,3 12.227,0 13.017,3
Exportaciones anuales

(en millones de US$)

59,5 33,4 76,8 45,7
Importaciones anuales

(en millones de US$)

114,7 235,4 342,4 453,9
Exportaciones-Importaciones

(en millones de US$)

-55,2 -202,0 -265,6 -408,2
Índice de Desarrollo

Humano (IDH)³

0,778

Fuente: ONU: World Population Prospects: The 2012 Revision Database (acceso en mar./2015). 
¹ Datos sobre la población urbana y rural tomados de ONU. World Urbanization Prospects, the 2014 Revision (acceso en mar./2015).
* Proyección. ** Estimaciones por quinquenios. *** Incluye el Caribe.

Obs.: Informaciones sobre fuentes primarias y metodología de cálculo (incluidos eventuales cambios) se encuentran en las bases de  datos indicadas

 Mapas

Bibliografía

HEFFINGTON, Douglas. Antiguan sugar mills: an adaptive use of relic geography. Focus. v. 43. n. 3. 1993.

WHEATCROFT, Geoffrey. Oh, to be in Antigua: this Caribbean island makes an englishman feel right at home. The Atlantic Monthly. v. 274. n. 4. Oct. 1994.

ABYA YALA

ABYA YALA

Por Carlos Walter Porto-Gonçalves

 

Abya Yala en la lengua del pueblo cuna significa “tierra madura”, “tierra viva” o “tierra que florece” y es sinónimo de América. El pueblo cuna es originario de la sierra Nevada al norte de Colombia; habitaba la región del golfo de Urabá y de las montañas de Darién y actualmente vive en la costa caribeña de Panamá, en la comarca de Kuna Yala (San Blas).

La expresión Abya Yala ha sido empleada por los pueblos originarios del continente para autodesignarse, en oposición a la expresión “América”. Si bien esta última había sido usada por primera vez en 1507 por el cosmólogo Martin Wakdseemüller, sólo se consagró a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, cuando las elites criollas trataban de afirmarse frente a los conquistadores europeos en pleno proceso de independencia. Aunque los diferentes pueblos originarios que habitan el continente atribuyan nombres propios a las regiones que ocupan –Tawantinsuyu, Anauhuac, Pindorama–, la expresión Abya Yala viene siendo cada vez más usada por ellos con el objetivo de construir un sentimiento de unidad y pertenencia.

Si bien algunos intelectuales, como el sociólogo catalán-boliviano Xavier Albó, ya la habían utilizado como contrapunto de la designación muy difundida de “América”, la primera vez que se la utilizó con ese sentido político fue en la II Cumbre Continental de los Pueblos y Nacionalidades Indígenas de Abya Yala, realizada en Quito en 2004. Hay que destacar que en la I Cumbre, realizada en México en el año 2000, la expresión Abya Yala todavía no había sido invocada, como puede leerse en la Declaración de Teotihuacan, donde se presentaron así: “los Pueblos Indígenas de América reafirmamos nuestros principios de espiritualidad comunitaria y el inalienable derecho a la Autodeterminación como Pueblos Originarios de este continente”.

A partir de 2007, sin embargo, en la III Cumbre Continental de los Pueblos y Nacionalidades Indígenas de Abya Yala realizada en Iximche, Guatemala, no sólo se autoconvocaron como Abya Yala sino que resolvieron constituir una Coordinación Continental de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas de Abya Yala,como espacio permanente de enlace e intercambio, donde puedan converger experiencias y propuestas, para que juntos enfrentemos las políticas de globalización neoliberal y luchemos por la liberación definitiva de nuestros pueblos hermanos, de la madre tierra, del territorio, del agua y de todo patrimonio natural para vivir bien.

Poco a poco, en los diferentes encuentros del movimiento de los pueblos originarios, el nombre “América” está siendo sustituido por Abya Yala, lo cual no sólo indica otro nombre sino también la presencia de otro sujeto enunciador del discurso hasta ahora callado y sometido en términos políticos: los pueblos originarios.

La idea de un nombre propio que abarcase todo el continente se impuso a esos diferentes pueblos y nacionalidades en el momento en que comenzaron a superar el largo proceso de aislamiento político al que se vieron sometidos después de la invasión de sus territorios en 1492, con la llegada de los europeos. Junto con Abya Yala existe todo un nuevo léxico político que también está en construcción, donde la propia expresión “pueblos originarios” cobra sentido. Esa expresión afirmativa fue la que esos pueblos en lucha encontraron para autodesignarse y superar la generalización eurocéntrica de “pueblos indígenas”. Finalmente, antes de la llegada de los invasores europeos había en el continente una población estimada entre 57 y 90 millones de habitantes que se distinguían como mayas, cunas, chibchas, mixtecas, zapotecas, ashuares, huaoranis, guaraníes, tupinikimes, kayapós, aimaras, ashaninkas, kaxinawas, ticunas, terenas, quechuas, karayás, krenaks, araucanos/mapuches, yanomamis, xavantes, entre tantos pueblos y tantas nacionalidades originarios.

A pesar de que la expresión indigena significa en latín aquel que “ha nacido en casa”, la designación entre nosotros quedó marcada por señalar a aquellos que habitaban las Indias Occidentales, nombre que los españoles atribuían no sólo al “nuevo” continente, sino también a las Filipinas. En ese sentido, representa una de las mayores violencias simbólicas cometidas contra los pueblos originarios de Abya Yala, dado que es una denominación que hace referencia a las Indias, o sea, a la región buscada por los comerciantes europeos a fines del siglo XV. De este modo, ignora que esos otros pueblos tenían sus nombres propios y una designación propia también para sus territorios. Paradójicamente, la expresión “pueblos indígenas”, en la medida que desconoce la differentia specifica de dichos pueblos, contribuyó para unificarlos desde el punto de vista de los conquistadores/invasores, pero al mismo tiempo es una designación que, para empezar, servirá a fin de que esos pueblos por sí mismos constituyan una unidad política cuando empiecen a percibir la historia común de humillación, opresión y explotación de su población, y la dilapidación y devastación de sus recursos naturales.

Abya Yala se configura, por lo tanto, como parte de un proceso de construcción político-identitario en que las prácticas discursivas cumplen un papel relevante de descolonización del pensamiento y que ha caracterizado el nuevo ciclo demovimiento indígena, cada vez más movimiento de los pueblos originarios. La comprensión de la riqueza de los pueblos que aquí viven hace millares de años y del papel que tuvieron y tienen en la constitución del sistema-mundo ha alimentado la construcción de ese proceso político-identitario. Hay que considerar, por ejemplo, que hasta la invasión de Abya Yala (América), Europa ocupaba un lugar marginal en los grandes circuitos mercantiles, que tenían en Constantinopla uno de sus puntos centrales.

Cuando la ciudad fue tomada por los turcos, en 1453, surgió la necesidad de buscar caminos alternativos, sobre todo por parte de los grandes comerciantes genoveses, que encontraron apoyo político entre las monarquías ibéricas y en la Iglesia Católica Romana. Desde entonces, circuitos mercantiles relativamente independientes en el mundo pasaron a ser integrados, incluso conformando el circuito Atlántico en la incorporación de Tawantinsuyu (región del actual PerúEcuador y Bolivia, principalmente), de Anahuac (región del actual México y Guatemala, principalmente), de las tierras guaraníes (que comprenden parte de la ArgentinaParaguay, sur de Brasil y Bolivia, principalmente), y Pindorama (nombre con que los tupís designaban a Brasil).

El carácter periférico y marginal de Europa puede verse en el sentido de la expresión “orientarse” (“ir hacia Oriente”), que demuestra la relevancia de Oriente para la época. Así, fue con la incorporación de los pueblos de Abya Yala y su subyugación política, sumados al tráfico y la esclavitud de los negros africanos traídos a este continente, que Europa logró su centralidad. En fin, el surgimiento del sistema-mundo moderno se da juntamente con la construcción de la colonialidad. Por lo tanto se trata de un sistema-mundo moderno colonial. Y es el carácter contradictorio inscripto en el sistema-mundo moderno lo que los pueblos originarios de Abya Yala vienen tratando de explicitar en la lucha “por la liberación definitiva de nuestros pueblos hermanos, de la madre tierra, del territorio, del agua y de todo patrimonio natural para vivir bien”.

De este modo, la descolonización del pensamiento se instala en un lugar central para los pueblos originarios de Abya Yala. Como bien señaló Luis Macas Ambuludi, de la Conaie, “nuestra lucha es epistémica y política”; en ella el poder de designar lo que es el mundo cumple un papel fundamental. Varios intelectuales ligados a las luchas de los pueblos de Abya Yala han señalado el carácter etnocéntrico inscripto en las mismas instituciones, incluso en el Estado territorial, cuyo eje estructurante reside en la propiedad privada y que encuentra en el Derecho Romano su fundamento. A pesar de su origen regional europeo, los fundamentos del Estado territorial, incluso la idea de espacios mutuamente excluyentes, como la propiedad privada, han sido impuestos al resto del mundo como si fueran universales, ignorando las diferentes formas de apropiación de los recursos naturales que predominaban en la mayor parte de la tierra, casi siempre comunitarias y no mutuamente excluyentes.

En América Latina, el fin del colonialismo no significó el fin de la colonialidad, como ha afirmado el sociólogo peruano Aníbal Quijano, explicitando el carácter colonial de las instituciones que sobrevivieron luego de la independencia. Esto queda también explicitado en la declaración de Evo Morales, cuando en su asunción del mando en la presidencia de la República de Bolivia, en 2006, afirmó que “es preciso descolonizar el Estado”. Para que no se piense que se trata de una afirmación abstracta, hay que tener en cuenta que los concursos para funcionarios públicos en aquel país se realizaban exclusivamente en lengua española, cuando aproximadamente el 62% de la población piensa en quechua, aimara y guaraní, su lengua de todos los días. En países como Guatemala, Bolivia, Perú, México, Ecuador y Paraguay, así como en ciertas regiones de Chile (en el sur, donde aproximadamente viven un millón de araucanos/mapuches), de la Argentina (Chaco norteño) y de la Amazonia (brasileña, colombiana y venezolana), el carácter colonial del Estado se hace presente con todo su peso. El “colonialismo interno”, expresión consagrada por Pablo González Casanova, se muestra vigente, en tanto historia de larga duración actualizada. No es extraño que esas regiones sean objeto de programas de desarrollo, generalmente de (des)envolvimiento, de modernización, por lo general de colonización (todas expresiones que suelen ser sinónimas).

La elección del nombre Abya Yala de los cunas recupera la lucha por la afirmación de sus territorios, en la cual ellos fueron pioneros con su revolución de 1925, consagrada en 1930 en el derecho de autonomía de la comarca de Kuna Yala con sus 320.600 hectáreas de tierras más las aguas vecinas del archipiélago de San Blas. La lucha por el territorio se configura como una de las más relevantes en el nuevo ciclo de luchas del movimiento de los pueblos originarios que se delineó a partir de los años 1980 y que ganó su mayor expresión en los años 90 y comienzos del nuevo siglo, revelando cambios profundos tanto desde el punto de vista epistémico como desde el político.

En este nuevo ciclo de luchas ocurre un dislocamiento de la contienda por la tierra en tanto medio de producción, característico de un movimiento que se construyó en torno de la identidad campesina, hacia una lucha por el territorio. Las grandes marchas por la Dignidad y por el Territorio de 1990 que se movilizaron en Bolivia y en Ecuador, con estructuras organizacionales independientes, son hitos de este nuevo momento. “No queremos tierra, queremos territorio”: he aquí la síntesis expresada en un cartel boliviano. Así, más que una clase social, lo que se ve en construcción es una comunidad etnopolítica, en fin, es el indigenato (Darcy Ribeiro) constituyéndose como sujeto político. Hay que tener en cuenta que para que se diera esa emergencia fue fundamental la tensa lucha de los misquitos en la Revolución Sandinista de Nicaragua (1979-1989), por la afirmación de su derecho a la diferencia y a la demarcación de sus territorios. A pesar de todo el desgaste que trajo aquella experiencia revolucionaria, en gran parte por la colonialidad presente entre las corrientes políticas e ideológicas que la lideraron, nos legó una de las más avanzadas legislaciones sobre los derechos de autonomía de los pueblos originarios, conforme nos informa Héctor Díaz-Polanco.

El levantamiento zapatista del 1.º de enero de 1994 otorgó gran visibilidad a ese movimiento que, todavía de manera desigual, se esparciría por todo el continente al mostrar, por primera vez en la historia, que los pueblos originarios comienzan a dar respuesta más que locales/regionales a sus demandas. El protagonismo de ese movimiento ha sido importante en la lucha por la reapropiación de sus recursos naturales como se ha podido ver en 2000, en Cochabamba, con la Guerra del Agua, y en 2005, con la Guerra del Gas, ambas en Bolivia; pero también entre los araucanos/mapuches, en Chile, en la lucha por la reapropiación del río Bío Bío amenazado por la construcción de hidroeléctricas, o incluso en la lucha contra la explotación petrolera en el Parque Nacional de Yasuny, en la Amazonia ecuatoriana, o en la frontera colombiano-venezolana también en la lucha contra de la explotación petrolera, entre tantos otros ejemplos.

Niña cayapó jugando con una muñeca durante una ceremonia en Belém do Pará (Leila Jinkings)

Ese movimiento ha sido fundamental incluso en la batalla por la preservación de la diversidad biológica, en gran parte asociada a la diversidad cultural y lingüística. Su dimensión territorial se muestra también en su protagonismo ante las nuevas estrategias supranacionales de territorialización del capital, como en el caso del NAFTA, el ALCA y los tratados de libre comercio (TLC). El movimiento zapatista explicitó mejor que cualquier otro ese sentido, al hacer emerger el México profundo, podría decirse la América profunda, exactamente el mismo día en que se firmaba el NAFTA. El protagonismo del movimiento de los pueblos originarios también fue importante en la lucha contra el ALCA y los TLC que siguieron a su derrota. Como puede verse, la lucha por el territorio asume un carácter central y una perspectiva teórico-política innovadora en la medida en que la dimensión subjetiva, cultural, se ve aliada a la dimensión material: agua, biodiversidad, tierra. El territorio es, así, naturaleza + cultura, como insisten el antropólogo colombiano Arturo Escobar y el epistemólogo mexicano Enrique Leff, y la lucha por el territorio se muestra con todas sus implicaciones epistémicas y políticas. Cuando observamos las regiones de nuestro continente que abrigan la mayor riqueza en biodiversidad y en agua, podemos ver cuán estratégicos son esos pueblos, y tienden a serlo cada vez más ante las nuevas fronteras de expansión del capital (Diaz-Polanco, Ceceña y Ornelas).

Abya Yala se coloca así como un atractor (Prigogine) en torno del cual otro sistema puede configurarse. Es eso lo que los pueblos originarios están proponiendo con este otro léxico político. No olvidemos que dar nombre propio es apropiarse. Es hacer propio un espacio por los nombres que se atribuye a los ríos, las montañas, los bosques, los lagos, los animales, las plantas, y por ese medio un grupo social se conforma como tal constituyendo sus mundos de vida, sus mundos de significación y tornando un espacio en su espacio: un territorio. El lenguaje territorializa y, así, entre América y Abya Yala se revela una tensión de territorialidades.

 

Bibliografía

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